domingo, 3 de septiembre de 2017

TOA - Domingo 23 - A nadie le deban nada, más que amor - Mt 18, 15-20

Lecturas en lenguaje Latinoamericano para el Domingo 23° del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Ezequiel 33,7-9 (Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre)
Así dice el Señor: "A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel;
cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte.

Si yo digo al malvado: "¡Malvado, eres reo de muerte!", 
y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta,
el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre;
pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta,
si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida."


Salmo responsorial, Salmo 94: R./ Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: "No endurezcan su corazón.". 
Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
R./ Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: "No endurezcan su corazón.". 

Entren, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
R./ Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: "No endurezcan su corazón.". 

Ojalá escuchen hoy su voz:
"No endurezcan el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras."
R./ Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: "No endurezcan su corazón.". 


Romanos 13, 8-10 (Amar es cumplir la ley entera)
Hermanos: A nadie le deban nada, más que amor; 
porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. 
De hecho, el "no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás" 

y los demás mandamientos que haya, se resumen es esta frase: 
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo." 
Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.

Mateo 18, 15-20 (Si te hace caso, has salvado a tu hermano)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos.
Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos,
para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. 
Si no les hace caso, díselo a la comunidad,y si no hace caso ni siquiera a la comunidad,
considéralo como un gentil o un publicano. 

Les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo,
y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo. 

Les aseguro, además, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo,
se lo dará mi Padre del cielo.
Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

Reflexionemos:

Ez 33,7-9: Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre
Salmo responsorial 94: Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: "No endurezcan su corazón."
Romanos 13, 8-10: Amar es cumplir la ley entera
Mateo 18, 15-20 Si te hace caso, has salvado a tu hermano

Ezequiel es el profeta vigilante de su pueblo en el tiempo del exilio. Este es el llamado de su misión.
La actitud vigilante, -no la de espiar-, es un rasgo físico y espiritual que ayuda a los profetas a estar atento a lo que pasa, para alertar y prevenir al pueblo, para abrirle los ojos pero a la vez le ayuda a estar siempre atento a escuchar la Palabra de Dios; leyendo los acontecimientos de la historia e interpretándolos a la luz de la Palabra de Dios.

Quién vigila está pendiente de los peligros que acechan al pueblo
y es responsable directo de lo que le pueda pasar.

El pueblo puede aceptar o rechazar esa interpelación profética
pero no debe pasarla por alto porque no se dará cuenta del peligro.

Continuando con la carta a los romanos, Pablo llama a los creyentes
a edificar su vida en el amor, para responder a los desafíos del día a día
que a cada creyente y a cada comunidad nos toca vivir.

El amor es resumen, síntesis de vida, donde confluye todo tipo de precepto religioso.
El amor nos pone en perfecta sintonía con la propuesta evangélica,
no rechaza de plano la ley, sino que supera su fuerza y nos libera.

Quien ama de verdad no quiere hacer daño a nada ni a nadie;
siempre busca ayudar a crecer a la persona y al creyente.

La metanoia o conversión es el cambio rotundo de la mente y de corazón.
Quién se convierte al amor lo asume como única norma de vida,
traducida en compromisos y actitudes muy concretas:
servicio, respeto, perdón, reconciliación, tolerancia, comprensión, verdad, paz, justicia y solidaridad fraterna.

Mateo nos habla en el evangelio sobre la corrección fraterna,
tema que por sus propios conflictos internos tuvo que enfrentar su comunidad cristiana.
Este rico pasaje catequético que quiere enfrentar y resolver el problema de los conflictos comunitarios.

El pecado no es solamente de orden individual o moral, es también faltas graves en contra de la comunidad.
Mateo señala dos cosas importantes:
a) no se debe caer en una relajación exagerada de las normas morales que lleven al caos comunitario
b) ni debemos caer en un exceso de severidad donde nadie falle o se equivoque.

Mateo se pone en el término medio,
quiere resolver las complicadas relaciones interpersonales siguiendo la pedagogía de Jesús.

El evangelista deja en claro que ante todo se debe tratar de salvar al trasgresor,
no condenarlo ni expulsarlo de buenas a primeras,
hay que salvar por todos los medios posibles a la persona.
Si la persona se resiste, no acepta la invitación, no da signos de arrepentimiento,
entonces y sólo entonces la comunidad se ve obligada a expulsarla de su seno.
La persona misma se excluye de la comunión cuando no acepta la oferta de perdón.

El tipo de Iglesia que presenta Mateo en el evangelio es una asamblea de hermanos y hermanas,
a quienes la fe en Jesús ayudó a romper criterios mundanos
de diferencia de clases sociales, económicas, prejuicios, privilegios, autoritarismos.
Esta comunidad se reúnen y participa fraternalmente e igualitariamente.

Como creyentes, también nosotros debemos asumir el compromiso de luchar por la verdad.
Nuestras familias y comunidades cristianas deben ser lugares de verdad y reconciliación,
donde respetar a las personas que se equivocan y quieren rectificar su error es una exigencia evangélica.

Nuestro compromiso es con la actitud profética que promueva la justicia, la reconciliación y la verdad,
sin caer en actitudes relajadas o que respalden la impunidad.

El evangelio habla de la comunidad como sujeto de perdón que en nombre de Jesús:
«Todo lo que aten ustedes en la tierra será atado en el cielo...».

Una forma tradicional de entender el perdón ha sido que esa facultad de la comunidad
la ha recogido y expresado el ministerio sacerdotal; pero esa forma no es exclusiva;
es, simplemente, la forma sacramental oficial actual.

Para muchos de nosotros, el perdón, por nuestra forma de ser, nuestro carácter,
la educación recibida o la falta de educación recibida para perdonar,
nos resulta difícil, incluso muy difícil.

¿Cómo está la actitud de perdón en mi vida?
La fe que se nutre de nuestra vida espiritual, es un asunto personal, una responsabilidad intransferible,
pero que la vivimos dentro de una comunidad.
En ese sentido, todos somos de la vida de cada miembro de la comunidad.
Examinemos y reflexionemos hoy sobre nuestra corresponsabilidad comunitaria.


Oremos:
Oh Dios bueno, que por Jesús nos has dicho:
“todo lo que aten en la tierra, el Cielo lo tendrá por atado”;
haz que tu Iglesia sienta sobre sí la responsabilidad de ser generosa como Tú,
y de no imponer a tus hijos, nuestros hermanos y hermanas, “más cargas que las necesarias”,
haciéndoles experimentar que “donde está tu Espíritu está la libertad”. Por Jesucristo nuestro Señor.

Dediquemos hoy 30 minutos frente al Santísimo Sacramento para que:
- ¡Haya Paz en el Medio Oriente y se termine la agresión al Pueblo Palestino!
- ¡Cese la persecución de Cristianos en Irak, Siria y  Sudán!

sábado, 2 de septiembre de 2017

TOA - Semana 22 - Me sedujiste, Señor - Mt 16, 21-27

Si formamos nuestra religión sólo con lo que nos atrae y nos gusta, ¡qué iglesia tan cómoda y sosa tendríamos!

En Alqosh y Qaragosh en Irak la gente está celebrandos sus eucaristías y sus sacramentos en Iglesias destruidas, sin techos ni ventanas, lo hacen hasta en el aire libre mientras reconstruyen todo. No hay comodidades pero les sobra fe y compromiso, Podríamos mantener las historias sobre el nacimiento y la infancia de Cristo, su tentación en el desierto y sus milagros de sanación, podríamos incluir nuestras parábolas favoritas, como el hijo pródigo, el fariseo y el publicano, y por supuesto, el buen samaritano. Pero, ¿acéptaríamos esa enseñanza dura acerca de renunciar a nosotros mismos, tomar la cruz, perder nuestras vidas por el bien de Jesús? ¿o es mejor seguir siendo sordos en la práctica, en nuestras vidas diarias?

Seguir a Cristo es como aceptar a un amigo en su totalidad, con sus fallas y virtudes, acogiendo con satisfacción las demandas y los beneficios de su amistad. Amistad es aceptar a las personas como son, sin querer cambiarlas o acomodarlas a lo que nos convienen. Sucede lo mismo con el Evangelio: hay que aceptar todas las palabras de Cristo, porque confiamos en él y sabemos que en sus caminos están la verdad y la felicidad.

¿Qué nos quiere el Señor cuando nos pide "renuncia a ti mismo", "pierde tu vida por mi causa", "lleva tu cruz"?, o San Pablo en su carta "presenten sus cuerpos como un sacrificio santo?" Estas palabras no quieren el suicidio, o la devaluación de la vida presente, sus alegrías y sus logros. Tampoco es una  forma piadosa a resignarse a soportar lo que no se puede cambiar. Estas son preguntas no buscan una solución rápida o simple. La Palabra de Dios nos aleja de cualquier religión cómoda y conformista, desmascara nuestras muchas evasiones, nuestros dobles estándares, nuestro deseo de "comprar gracia barata", de aspirar a la salvación a un precio reducido, nos involucra en el sacrificio y la entrega. 

La seducción de Dios
La primera lectura nos da una pista frente para la demanda de este Señor. En la extraordinaria confesión de Jeremías de que fue seducido por Dios. Dejando que su vocación profética lo dominara, Jeremías se involucra en muchas tareas ingratas. Se había enamorado de Dios, de tal modo que nada le impidió hacer la voluntad de Dios, sin importarle a dónde ésta le llevara o le hiciera hacer. 
Y nosotros, ¿Nos hemos enamorado de Cristo? ¿nos hemos dejado seducir por él para servirlo con todas nuestras capacidades y recursos? ¿No estamos ofreciendo como "sacrificios vivos"?

La "renuncia" de la que nos habla el Evangelio de hoy tiene mucho aspecto positivo. Todo crecimiento, todo logro duradero exige esfuerzo y sacrificio. Ese sacrificio puede ser también una experiencia satisfactoria si se orienta hacia una meta alta y valorada. (entrenamiento atlético, escalar una montaña, estudiar un idioma, prácticar una habilidad.) La autodisciplina que involucra la vida cristiana, nos lleva a aceptar las circunstancias en las que Dios nos coloca, a forjar nuestro propio destino, a contribuir con el bienestar de nuestra sociedad y del mundo. Nos ayuda a esperar confiados la gran recompensa del servicio leal, cuando el Hijo del hombre, viniendo en gloria, recompensará a todos según su comportamiento y compromiso.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Domingo 22, TOA

Primera lectura: Jer 20, 7-9 
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; fuiste más fuerte que yo y me venciste.
He sido el hazmerreír de todos; día tras día se burlan de mí.
Desde que comencé a hablar, he tenido que anunciar a gritos violencia y destrucción.
Por anunciar la palabra del Señor,
me he convertido en objeto de oprobio y de burla todo el día.
He llegado a decirme: "Ya no me acordaré del Señor ni hablaré más en su nombre".
Pero había en mí como un fuego ardiente, encerrado en mis huesos;
yo me esforzaba por contenerlo y no podía.

Salmo Responsorial: Salmo 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 / R. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Señor, tú eres mi Dios, a Ti te busco; de ti sedienta está mi alma.
Señor, todo mi ser te añora como el suelo reseco añora el agua.
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Para admirar tu gloria y ti poder, con este afán te busco en tu santuario.
Pues mejor es tu amor que la existencia; siempre, Señor, te alabarán mis labios.
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Podré así bendecirte mientras viva y levantar en oración mis manos.
De lo mejor se saciará mi alma; te alabaré con jubilosos labios.
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Porque fuiste mi auxilio, y a tu sombra, Señor, canto con gozo.
A ti se adhiere mi alma y tu diestra me de seguro apoyo.
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.

Segunda lectura: Rom 12, 1-2
Hermanos: Por la misericordia que Dios les ha manifestado, los exhorto a que se ofrezcan ustedes mismos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios, porque en esto consiste el verdadero culto. No se dejen transformar por los criterios de este mundo; sino dejen que una nueva manera de pensar los transforme internamente, para que sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto. 

Aclamación antes del Evangelio: Ef 1, 17. 18
R.
 Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes
para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento.
R. Aleluya. 

Evangelio: Mt 16, 21-27 
En aquel tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: "No lo permita Dios, Señor; eso no te puede suceder a ti".

Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: "¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!"

Luego Jesús dijo a sus discípulos:
"El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?

Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre,
en compañía de sus ángeles, y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras''.

Oremos
Dios todopoderoso, de quien procede todo bien perfecto,
infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre,
para que, haciendo mas religiosa nuestra vida,
acrecientes en nosotros lo que es bueno
y lo conserves constantemente.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.