¿Qué vamos a comer? ¿Qué vamos a beber? ¿Con qué vamos a vestirnos?
"Recuerden, su Padre celestial sabe lo que necesitan y él cuidará de ustedes." O como esa santa mujer, Julian de Norwich solía decir, "de todos modos, todo estarán bien".
Por supuesto, este no es un principio práctico para los negocios, o para el gobierno, o para las profesiones; como si uno no debiera planear con anticipación, estudiar los detalles de un proyecto y utilizar toda su visión y energías para llevar las cosas a buen término.
Al igual que otros países, hemos aprendido por la amarga experiencia de los últimos años que esperar un tiempo de bonanza duradero y permanente es una receta que, en pocos años, necesitará del rescate financiero y de un riguroso monitoreo del Fondo Monetario Internacional.
Nadie duda de la necesidad de tener prudencia y de la preveer las necesidades del futuro. Es bueno planificar pero también es bueno dejar un amplio margen de flexibididad y apertura ante los cambios inesperados e impensados. A muchos se nos hace difícil pensar y actuar fuera de nuestros parámetros acostumbrados, e incluso, queremos que los demás se ajusten a nuestros parámetros y nuestros planes. Si no lo haces, no es válido, ni correcto ni útil.
Sin embargo, el tipo de confianza básica y el optimismo elogiado por Jesús es también importante para nuestro bienestar. Sus palabras ofrecen un antídoto radical a la sobrecarga de la extrema precaución y el miedo a los riesgos de la vida. Realmente necesitamos la sensación de que Alguien allá arriba me está cuidándo.
Parafraseando las palabras de Yahvé, Isaías nos presenta una imagen encantadora de la providencia divina cuando pregunta:
¿Acaso se olvida una madre de su bebé en el pecho?
O no aprecian al hijo de su vientre?
Sin embargo, incluso si se olvidan de ellos, nunca te olvidaré.
El Salmo 61 nos recuerda que quien pone su confianza en el Dios vivo, nunca queda defraudado, porque Yahvé "es mi baluarte y firmeza, es mi Dios y salvador". Recordar esto nos ayuda a disipar nuestros temores y confiar más en la providencia divina.
Los temores de la gente son reales. Tenemos miedo de algo e incluso del tiempo. Muchos temen al fracaso, de quedar mal con otros o que queden mal con nosotros.Tenemos miedo de amar porque puede que no nos amen, miedo a perder nuestros trabajos, nuestra salud, nuestra seguridad, nuestro control. Tenemos miedo de envejecer y de morir.
El miedo viene en una amplia variedad de formas, estrés, duda, tensión, presión, ansiedad. Puede manifestarse en tics nerviosos, puede llevarnos a un colapso nervioso, o incluso puede hacer que desarrollemoas la tendencia de mirar sospechosamente por encima del hombro a cada sombra en la calle.
Todos tenemos una lección que aprender del gran maestro de sabiduría que dijo: "Miren cómo crecen los lirios del campo, ni siquiera Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pero si Dios viste así la hierba del campo, que hoy está viva y mañana será arrojada al horno, ¿no te vestirá mejor a tí, hombre de poca fe?" Una fe profunda puede poner todos nuestros temores normales en una perspectiva sana
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8vo. Domingo Ordinario, Ciclo A
Primera lectura: Is 49, 14-15
Sión había dicho: 'El Señor me ha abandonado, el Señor me tiene en el olvido'.
¿Puede acaso una madre olvidarse de su creatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas?
Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti", dice el Señor todopoderoso.
Salmo Responsorial: Salmo 61, 2-3. 6-7. 8-9ab
¿Puede acaso una madre olvidarse de su creatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas?
Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti", dice el Señor todopoderoso.
Salmo Responsorial: Salmo 61, 2-3. 6-7. 8-9ab
R. Sólo en Dios he puesto mi confianza.
Sólo en Dios he puesto mi confianza, porque de él vendrá el bien que espero.
El es mi refugio y mi defensa, ya nada me inquietará.
R. Sólo en Dios he puesto mi confianza.
Sólo en Dios he puesto mi confianza, porque de él vendrá el bien que espero.
El es mi refugio y mi defensa, ya nada me inquietará.
R. Sólo en Dios he puesto mi confianza.
Sólo Dios es mi esperanza, mi confianza es el Señor:
es mi baluarte y firmeza, es mi Dios y salvador.
R. Sólo en Dios he puesto mi confianza.
es mi baluarte y firmeza, es mi Dios y salvador.
R. Sólo en Dios he puesto mi confianza.
De Dios viene mi salvación y mi gloria; él es mi roca firme y mi refugio.
Confía siempre en él, pueblo mío, y desahoga tu corazón en su presencia.
R. Sólo en Dios he puesto mi confianza.
Segunda lectura: 1 Co 4, 1-5
Confía siempre en él, pueblo mío, y desahoga tu corazón en su presencia.
R. Sólo en Dios he puesto mi confianza.
Segunda lectura: 1 Co 4, 1-5
Hermanos: Procuren que todos nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
Ahora bien, lo que se busca en un administrador es que sea fiel. Por eso, lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes o un tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen a que venga el Señor. Entonces él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas, pondrá al descubierto las intenciones del corazón y dará a cada uno la alabanza que merezca.
Aclamación antes del Evangelio: Heb 4, 12
R. Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.
R. Aleluya.
Evangelio: Mt 6, 24-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.
Ahora bien, lo que se busca en un administrador es que sea fiel. Por eso, lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes o un tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen a que venga el Señor. Entonces él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas, pondrá al descubierto las intenciones del corazón y dará a cada uno la alabanza que merezca.
Aclamación antes del Evangelio: Heb 4, 12
R. Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.
R. Aleluya.
Evangelio: Mt 6, 24-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.
Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?
¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas".
¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas".