sábado, 11 de febrero de 2017

TOA - 6to Domingo -Nuevos estándares de vida - Mt 5, 20-22. 27-28. 33-37





Señor, sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre, guíame y condúceme.
(Sal 30, 3-4)


Observamos una tensión fructífera entre el Evangelio y la primera lectura de Sirach. Mientras que Jesús hace que los mandamientos sean aún más exigentes, Sirach afirma que podemos guardar los mandamientos si realmente queremos hacerlo. Ambas lecturas son muy directas y no faltan los mensajes.

Una aproximación a las Escrituras de hoy sería tomarlas como guías e ideales para vivir la moralidad cristiana. Jesús prohíbe no sólo el asesinato, la forma más extrema de desprecio por otra persona, sino también formas menores de dañar a otros.

Lo que une las tres faltas que enumera (perder el temperamento, usar nombres insultantes y negarse a perdonar) es que en cada uno de los casos, los sentimientos de otra persona son pisoteados. La importancia del perdón se demuestra por el hecho de que se trata de deberes estrictamente religiosos, y presumiblemente la misma prioridad se asigna a los otros dos asuntos. Así que el punto que Jesús resalta es que hay que respetar no sólo el derecho de las personas a la vida sino también su derecho a la dignidad y el respeto propio.

Luego habla de la pureza sexual, pero ampliándola a la pureza de la intención en general. La mera observancia legal es muy insuficiente para Jesús. Las palabras acerca de la auto mutilación se entienden mejor desde una parábola que expresa vívidamente los efectos desastrosos del pecado. 

Jesús corrige la Antigua Ley no permitiendo un abuso que Moisés toleró, el nuevo matrimonio después del divorcio. La cláusula excepcional ("excepto en el terreno de la falta de castidad") la interpreta la Iglesia Católica principalmente cuando se refiere a un matrimonio anterior que estaba prohibido por las leyes judías. 
El único divorcio permitido es aquel en el que no había matrimonio real. 

Jesús simplemente estaba reafirmando la santidad del vínculo matrimonial, como en Génesis "los serán una sola carne", una unidad amorosa e interdependiente.

La prohibición de juramentos no ha sido literal en la Iglesia Católica como si ha hecho para otros cristianos. 
Jesús sostuvo que los juramentos no son necesarios en absoluto, si hay un ambiente general de confianza y de verdad. 

En tal sociedad no sería necesario reforzar con juramentos. Es un ambiente de apertura y confianza mutua que Jesús promovió. Lo que él enseña por sus correcciones de la Ley es una moralidad de los valores sostenidos que nacen desde el corazón.


Oración
Dios nuestro,
que te complaces en habitar en los corazones rectos y sencillos,
concédenos la gracia de vivir de tal manera
que encuentres en nosotros una morada digna de tu agrado.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.


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VI Domingo Ordinario TOA


Primera lectura: Sir 15, 16-21
Si tú lo quieres, puedes guardar los mandamientos;
permanecer fiel a ellos es cosa tuya.
El Señor ha puesto delante de ti fuego y agua;
extiende la mano a lo que quieras.
Delante del hombre están la muerte y la vida;
le será dado lo que él escoja.

Es infinita la sabiduría del Señor;
es inmenso su poder y él lo ve todo.
Los ojos del Señor ven con agrado
a quienes lo temen;
el Señor conoce todas las obras del hombre.
A nadie le ha mandado ser impío
y a nadie le ha dado permiso de pecar.


Salmo Responsorial: Salmo 118, 1-2. 4-5. 17-18. 33-34
R. (1b) Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.
Dichoso el hombre de conducta intachable,
que cumple la ley del Señor.
Dichoso el que es fiel sus enseñanzas
y lo busca de todo corazón.
R. Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.
Tú, Señor, has dado tus preceptos
para que se observen exactamente.
Ojalá que mis pasos se encaminen
al cumplimiento de tus mandamientos.
R. Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.
Favorece a tu siervo
para que viva y observe tus palabras.
Abreme los ojos para ver
las maravillas de tu voluntad.
R. Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes
y yo lo seguiré con cuidado.
Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón.
R. Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.


Segunda lectura: 1 Co 2, 6-10
Hermanos: Es cierto que a los adultos en la fe les predicamos la sabiduría, pero no la sabiduría de este mundo ni la de aquellos que dominan al mundo, los cuales van a quedar aniquilados. Por el contrario, predicamos una sabiduría divina, misteriosa, que ha permanecido oculta y que fue prevista por Dios desde antes de los siglos, para conducirnos a la gloria. Ninguno de los que dominan este mundo la conoció, porque, de haberla conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.

Pero lo que nosotros predicamos es, como dice la Escritura, que lo que Dios ha preparado para los que lo aman, ni el ojo lo ha visto, ni el oído lo ha escuchado, ni la mente del hombre pudo siquiera haberlo imaginado. A nosotros, en cambio, Dios nos lo ha revelado por el Espíritu que conoce perfectamente todo, hasta lo más profundo de Dios.

Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
R. Aleluya.

Evangelio: Mt 5, 17-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.

Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

También han oído que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio. Pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.

También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio; pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio, y el que se casa con una divorciada comete adulterio.

Han oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey.

Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno''.

O bien:
Mt 5, 20-22. 27-28. 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal.

También han oído que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio. Pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón.

Han oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey.

Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno''.

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