sábado, 3 de junio de 2017

TOA - Domingo 9 - Ven ya, padre de los pobres - Jn 20, 19-23

Una razón para reconocer la importancia del Espíritu es el ejemplo de los primeros cristianos. El Espíritu Santo marcó una gran diferencia en sus vidas ... Antes de su llegada, estaban tímidos y asustados, como niños acurrucados en una tormenta.

Cuando él bajó sobre ellos en una mezcla milagrosa de viento, fuego y de lenguas, ellos fueron totalmente transformados. "Todos estaban llenos del Espíritu Santo". En Pentecostés, el Espíritu estaba "soplando donde él quería" y desde ese entonces para adelante el poder de Jesús fue gritado aún desde los tejados. Mientras viviesen, ese Espíritu permanecería en su torrente sanguíneo, fluyendo con su sangre.

Cada decisión tomada era guiada por el Espíritu: la elección de los siete diáconos; La admisión de los gentiles en la Iglesia; El envío de Bernabé y Pablo en su primer viaje misionero.

La influencia del Espíritu no se limitaba solo a la toma de decisiones a nivel de los discípulos. Se sentía también en el nivel ordinario, entre la gente común, entre las "bases". En los dones repartidos y compartidos se sentía que los dones eran del Espíritu, enviados para el servicio de la Iglesia, regalos inusuales como sanidad o profecía, diseñados para satisfacer las necesidades de una Iglesia naciente. Esos dones que actuaban en las situaciones cotidianas, eran regalos ordinarios que se necesitan para satisfacer las necesidades de las hijas e hijos de Dios en todas partes: "amor, gozo, paz, paciencia, bondad, bondad, confianza, mansedumbre y autocontrol".

Jesús quiere que hagamos que su palabra sea conocida en todos los confines de la tierra, pero especialmente entre los pobres y los marginados que son los que más necesitan de la fuerza del Espíritu para seguir viviendo. Él nos ha prometido que su Espíritu Santo estará con nosotros para ayudarnos en esta tarea y muchas más.
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LECTURAS BÍBLICAS EN LENGUAJE LATINOAMERICANO

Domingo de Pentecostés: Misa del día

Primera lectura: Hch 2, 1-11
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.

En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.

Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: "¿No son galileos, todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua".

Salmo Responsorial: Salmo 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34
R. Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.
Bendice, al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es su grandeza.
Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
R. Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.
Si retiras ti aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo.
Pero envías tu espíritu, que da vida, y renuevas el aspecto de la tierra.
R. Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.
Que Dios sea glorificado para siempre y se goce en sus creaturas.
Ojalá que le agraden mis palabras y yo me alegraré en el Señor.
R. Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.

Segunda lectura: 1 Cor 12, 3b-7. 12-13
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús "Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.

Secuencia
Ven, Dios Espíritu Santo,
y envíanos desde el cielo tu luz, para iluminarnos.

Ven ya, padre de los pobres,
luz que penetra en las almas, dador de todos los dones.

Fuente de todo consuelo,
amable huésped de alma, paz en las horas de duelo.

Eres pausa en al trabajo;
brisa, en un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto.

Ven, luz santificadora,
y entra hasta el fondo del alma de todos los que te adoran.

Sin tu inspiración
divina los hombres nada podemos y el pecado nos domina.

Lava nuestras inmundicias,
fecunda nuestras desiertos y cura nuestras heridas.

Doblega nuestra soberbia,
calienta nuestras frialdad, endereza nuestras sendas.

Concede a aquellos que ponen
en ti su fe y su confianza tus siete sagrados dones.

Danos virtudes y méritos,
danos una buena muerte y contigo el gozo eterno.

Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
R. Aleluya.

Evangelio: Jn 20, 19-23
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. 

Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo".

Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".

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