La Pascua comenzó con el Domingo de Pascua y terminará la próxima semana, el Domingo de Pentecostés, la fiesta de la venida del Espíritu Santo.
Nuestra vida es siempre ocupada, hay gente que entra y sale de ella, que como nosotros viene y va, todo el tiempo. Unos que nacerán, otros que morirán, unos llegarán y otros se irán, pero nunca se detiene. En todas las culturas y épocas, marcamos el momento del nacimiento y la muerte con ritos y ceremonias. Los nuevos bebés son recibidos y arrullados con ternura y cariño, con gozo y esperanza. Las muertes se lloran y se lamenta, y de muchas formas se hacen ceremonias de despedidas y nosotros oramos por los que se van. Es un ir y venir constante.
En las lecturas de hoy tenemos dos historias sobre la partida final de Jesús. Ambos fueron escritos por el mismo autor ... San Lucas. Lucas termina su Evangelio con la historia de la Ascensión de Jesús. Lucas comienza su segundo libro (Hechos de los Apóstoles) con la historia de la Ascensión contada de nuevo ... ..y también el comienzo de una nueva era.
Para San Lucas entonces, la Ascensión es tanto un final como un comienzo
La ascensión marca el fin de las apariciones de Jesús; es la finalización de su vida, de su misión en la tierra. Es el comienzo de una nueva etapa para los discípulos, la preparación para recibir el Espíritu Santo, el poder que viene desde lo alto. Es un paralelo con la historia de Jesús que fue revestido del poder de lo alto antes de comenzar su ministerio público.
En su bautismo, se llenó del Espíritu Santo. Por este motivo, la nueva iglesia, antes de comenzar su misión debe revestirse primero con el Espíritu Santo.
En la Ascensión, los discípulos escuchan su última instrucción: No estar ociosos esperando que llegue el futuro desde arriba o gimiendo sobre el pasado. El pasado debe ser puesto confiadamente en las manos y en el corazón de Dios! El Señor será glorificado, y se deduce que sus discípulos también participarán en su gloria. Debemos ir a participar en el mundo llevando un pedazo de cielo para compartirlo. Este es lo que significa la Resurrección y la Ascensión de nuestro Señor, el poder divino de su sueño evangélico! Que la muerte y Resurrección de Cristo nos mueva para hacer que la gloria de Dios more en la tierra. Que nuestra esperanza para el futuro nos inspire en el respeto por el presente. Que nuestro deseo del cielo no nos haga descuidar nuestro trabajo en la tierra.
El próximo domingo es nuestra fiesta especial del Espíritu Santo, así que toda esta semana, esperemos y oremos para ser revestidos y llenos del poder del Espíritu Santo.
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Lecturas en lenguaje Latinoamericano, Ascensión del Señor, Ciclo A
Primera Lectura: Hch 1, 1-11
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después de dar sus instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había elegido. A ellos se les apareció después de la pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios.
Un día, estando con ellos a la mesa, les mandó: "No se alejen de Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua; dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo".
Los ahí reunidos le preguntaban: "Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?" Jesús les contestó: "A ustedes no les toca conocer el tiempo y la hora que el Padre ha determinado con su autoridad; pero cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra".
Dicho esto, se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo alejarse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse".
Salmo Responsorial: Salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Aplaudan, pueblos todos, aclamen al Señor, de gozos llenos;
que el Señor, el Altisimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo.
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono.
Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos.
Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo.
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Segunda Lectura: Ef 1, 17-23
Hermanos: Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo.
Le pido que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que confiamos en él, por la eficacia de su fuerza poderosa.
Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por encima de cualquier persona, no sólo del mundo actual sino también del futuro.
Todo lo puso bajo sus pies y a él mismo lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la plenitud del que lo consuma todo en todo.
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Aplaudan, pueblos todos, aclamen al Señor, de gozos llenos;
que el Señor, el Altisimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo.
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono.
Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos.
Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo.
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Segunda Lectura: Ef 1, 17-23
Hermanos: Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo.
Le pido que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que confiamos en él, por la eficacia de su fuerza poderosa.
Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por encima de cualquier persona, no sólo del mundo actual sino también del futuro.
Todo lo puso bajo sus pies y a él mismo lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la plenitud del que lo consuma todo en todo.
Aclamación antes del Evangelio: Mt 28, 19. 20
R. Aleluya, aleluya.
Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor,
y sepan que yo estaré con ustedes todos los días,
hasta el fin del mundo.
R. Aleluya.
R. Aleluya, aleluya.
Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor,
y sepan que yo estaré con ustedes todos los días,
hasta el fin del mundo.
R. Aleluya.
Evangelio: Mt 28, 16-20
En aquel tiempo,
los once discípulos se fueron a Galilea
y subieron al monte en el que Jesús los había citado.
Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.
Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo:
"Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones,
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado;
y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo".
los once discípulos se fueron a Galilea
y subieron al monte en el que Jesús los había citado.
Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.
Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo:
"Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones,
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado;
y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo".
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Oración:
Concédenos, Dios todopoderoso,
darte gracias con santa alegría,
porque en la ascensión de Cristo, tu Hijo,
nuestra humanidad es elevada junto a ti,
ya que él, como cabeza de la Iglesia,
nos ha precedido en la gloria
que nosotros, su cuerpo, esperamos alcanzar.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
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