domingo, 30 de julio de 2017

TOA - Domingo 17 - La Perla más Preciosa - Mt 13, 44-52

Con nuestra terquedad de hacer sólo lo que queremos y pensamos que es lo verdadero, muchas veces sembramos amargura y frustración en los hijos cuyos mejores años se desperdician en espera y odian nuestros proyectos que nunca harán suyos. O cuando los educamos dándole todo y de todo en demasía, criamos hijos que no va a estar dispuestos a aprender de los errores de sus padres.

Sólo con los golpes que nos asesta la vida, aprendemos que las posesiones nos proporcionan sólo la ilusión de seguridad y éxito y que el amor es lo único que puede garantizar la seguridad y la atención en los años en declive.

En una u otra etapa de la vida, todos somos tentados a aferrarnos a las cosas por un sentido si la seguridad. Adquirimos cosas y las posesionamos tanto que sólo la muerte puede separarnos de ellas. 

Puede ser propiedad y riqueza, estatus y prestigio o poder e influencia. Puede ser el sentido de la importancia que viene de estar a cargo, o un estatus y una reputación a la que ya no podemos estar a la altura. 

"Pídeme lo que quisieras que te de", dijo Dios a Salomón; Y el joven rey respondió: "Da a tu siervo un corazón para discernir entre el bien y el mal". Esa sabiduría es el tipo de regalo sustancial que todos necesitamos. Salomón no oró por la riqueza o el esplendor. 

De todo lo que acumulamos, son tantas las cosas de las que debemos librarnos, como la lujuria de la posesión misma, porque la pobreza suele ser un término tan negativo, que los pobres son a menudo despreciados y ninguneados. No hay que dejar que una hambruna africana o un desastre lejano nos hagan olvidar que la pobreza también se nombra como una bienaventuranza. No es casualidad que Cristo comenzó su Sermón de la Montaña con "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos". Esto debe conducirnos finalmente a "dejar todas las cosas" y a no depender de ellas. 

Ojalá que los jóvenes ricos de nuestro tiempo puedan preguntarse podría preguntarse por lo que él o ella podría dar, para ganar la verdadera perla preciosa y de gran precio. 

Con la humanidad como objetivo último de nuestras vidas obtenemos lo mejor y a la vez la hacemos mejor. Nuestro servicio por las causas que alivian el sufrimiento humano nos dan lo más precioso que Dios creó, un amor y aprecio por el ser humano, saber que todas las personas somos perlas de gran valor ante Dios y que lo que hagamos por otros nos permite deshacernos de todo lo que no tiene valor y hace nuestras vidas miserables. La persona es la Perla más preciosa en todo el planeta.

Esa es la perla preciosa a nuestro alcance, todos y todas podemos pagar ese precio y ganarla. Esa perla que nos hace ser capáces de dejar lo que nos ata a las cosas sin mirar hacia atrás con pesar. A menudo nuestro dilema no es que no podemos encontrar la perla, sino que no estamos dispuestos a pagar el precio de la perla que Jesús nos ofrece.


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Lecturas Bíblicas el Lenguaje Latinoamericano, Domingo 17 TOA

Primera lectura: 1 Reyes 3, 5. 7-12
En aquellos días, el Señor se le apareció al rey Salomón en sueños y le dijo: "Salomón, pídeme lo que quieras, que yo te lo daré".

Salomón le respondió: "Señor, tú trataste con misericordia a tu siervo David, mi padre, porque se portó contigo con lealtad, con justicia y rectitud de corazón. Más aún, también ahora lo sigues tratando con misericordia, porque has hecho que un hijo suyo lo suceda en el trono. Sí; tú quisiste, Señor y Dios mío, que yo, tu siervo, sucediera en el trono a mi padre, David. 

Pero yo no soy más que un muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu siervo y me encuentro perdido en medio de este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo. Por eso te pido que me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el mal. Pues sin ella, ¿quién será capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan grande?"

Al Señor le agradó que Salomón le hubiera pedido sabiduría y le dijo: "Por haberme pedido esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino sabiduría para gobernar, yo te concedo lo que me has pedido. 

Te doy un corazón sabio y prudente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti. Te voy a conceder, además, lo que no me has pedido: tanta gloria y riqueza, que no habrá rey que se pueda comparar contigo".

Salmo Responsorial: Salmo 118, 57 y 72. 76-77. 127-128. 129-130 / 
A mí, Señor, lo que me toca es cumplir tus preceptos.
Para mí valen más tus enseñanzas  que miles de monedas de oro y plata.
R. Yo amo, Señor, tus mandamientos.
Señor, que tu amor me consuele,
conforme a las promesas que me has hecho.
Muéstrame tu ternura y viviré,
porque en tu ley he puesto mi contento.
R. Yo amo, Señor, tus mandamientos.
Amo, Señor, tus mandamientos más que el oro purísimo;
por eso tus preceptos son mi guía y odio toda mentira.
R. Yo amo, Señor, tus mandamientos.
Tus preceptos, Señor, son admirables, por eso yo los sigo.
La explicación de tu palabra da luz y entendimiento a los sencillos.
R. Yo amo, Señor, tus mandamientos.

Segunda lectura: Rom 8, 28-30
Hermanos: Ya sabemos que todo contribuye para bien de los que aman a Dios, de aquellos que han sido llamados por él según su designio salvador. 

En efecto, a quienes conoce de antemano, los predestina para que reproduzcan en sí mismos la imagen de su propio Hijo, a fin de que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A quienes predestina, los llama; a quienes llama, los justifica; y a quienes justifica, los glorifica.

Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya.Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
R. Aleluya.

Evangelio: Mt 13, 44-52
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud:
"El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra.

También se parece el Reino de los cielos a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. 

Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. ¿Han entendido todo esto?''
Ellos le contestaron: "Sí". 
Entonces él les dijo: "Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas".

O bien: Mt 13, 44-46

E n aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud:
"El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. 
El que lo encuentra lo vuelve a esconder 
y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra''.
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Reflexión 2

TOA - 17mo Domingo - La Perla más Preciosa - Mt 13, 44-52

Muchos que hemos nacido o crecido en el campo sabemos del gran amor que un agricultor tiene por su campo, por su tierra. Sabemos también que esperar a que produzca no es la respuesta, nuestros  mejores años pueden ser desperdiciados en la espera. Hoy en día, muchos hijos nunca aprenden de los errores de sus padres. 

Mario Romero Perez era un pequeño empresario peruano que en medio de la crisis más alta de la pandemia en Lima decidió no subir el precio de su oxígeno, decía que "cada uno debe ser responsable de sus actos". Esos valores los aprendoió de sus padres. El buen hombre acaba de fallecer de covid y su acción aprendida de sus padres le ha valido ser reconocido como un héroe civil del Perú" Sólo el amor puede garantizar la seguridad y la atención en los años en declive. 
Las posesiones solo proporcionan la ilusión de seguridad.

Otros que han hecho su riqueza a costa del sufrimiento del hermano, tienen sus propias propiedades de las que solo la muerte puede separarlos. Se aferran a ellas tan enfermizamente que terminan esclavizados por ellas. Toda su vida ha girado en torno a la propiedad y riqueza, estatus y prestigio o poder e influencia y se olvidaron de vivir y disfrutar la vida en su más profunda riqueza. No hay nada más patético que una reina de belleza envejecida que se niega a aceptar los estragos del tiempo en su rostro y en su cuerpo.

Le preguntó Dios a Salomón“Qué te gustaría que te diera como regalo ahora que vas a ser rey”. Salomón contestó: "Dale a tu siervo un corazón para entender cómo discernir entre el bien y el mal".

Es el tipo de regalo que todos necesitamos. Las posesiones vienen en muchas formas. No es tanto de estas posesiones de las que deberíamos deshacernos, sino del demonio de la posesión misma que debería ser exorcizado. 

La pobreza se ha convertido en una mala palabra en el mundo en que vivimos. No debemos olvidar que la pobreza es también una virtud cristiana. No es casualidad que Cristo comenzó su Sermón del Monte con "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos". O que la única condición para sus seguidores es que "dejen todas las cosas". O que el joven rico debería haber fallado todo porque falló esta prueba, "porque tenía grandes posesiones". O que la perla de la parábola de hoy solo puede comprarse "vendiendo todo lo que posee". Es un renovarse desaciéndese de lo viejo, de lo pasado, de lo que nos ata y esclaviza.

El problema con la mayoría de las personas es que quieren tener la felicidad y el amor sin arriesgarse a compartir y a amar. Ya que soy el mejor, todo lo mejor para mí, el nosotros queda fuera de su vocabulario. 

Hay una perla para todos, pero para adquirirla hay que sacrificar algunas cosas y seguridades, hay un precio que todos debemos pagar para tenerla. 

Este precio está adaptado a cada circunstancia individual. El desapego es ese precio, debemos aprender a poder alejarnos de lo que más apreciamos sin tener que mirar atrás con pesar. Mario Romero adquirió su perla y ahora lo va a disfrutar para siempre. Muchos hemos decidido compartirnos y así obtener la perla de mejor valor: la vida eterna.  

Nuestra tragedia NO es que no podamos encontrar la perla, 
sino que NO estamos dispuestos a pagar el precio.
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sábado, 22 de julio de 2017

TOA - Domingo 16 - Dando Tiempo para Crecer - Mt 13, 24-43

Muchos queremos separar lo bueno de lo malo, también lo quería alguna gente del tiempo de Jesús que reivindicaban el alto nivel moral, los fariseos cuyo nombre significa "los separados". También Juan el Bautista esperaba que Jesús separara la crema de la nata, para tener solo gente santa alrededor de él, decía de Jesús "Él recogerá su trigo en su granero; Pero la paja quemará en un fuego que nunca se apagará ". (Mt 3:12)

Eso es precisamente lo que Nuestro Señor nunca hizo. Lo seguía todo tipo de gente: los sabios, los ignorantes, los buenos, los malos, los recaudadores de impuestos, las prostitutas, la gente común. "Qué es lo que realmente está haciendo", decían. ¿Por qué no se pone manos a la obra? ¿Por qué no los destruye, los extirpa o por lo menos los aleja?

Un buen jardinero sabe que la mala yerba o la maleza amenza la vida de la planta. Pero primero hay que  identificar cuál es la planta y cuál la maleza, para saberlo hay que dejar crecer la maleza hasta que se pueda reconocer cuál es cuál, luego se podrá eliminar la mala hierba. Si se hace antes se pone  en riesgo la vida de la planta porque se podría romper su sistema de raíces.

Las sociedades dominantes considean a las minorías o a las diferentes culturas, razas, religiones y sexos como "malezas" y buscan instrumentos nuevos y siniestros para su eliminación. En el niño no nacido, la semilla de la vida está amenazado con el aborto. 

En el otro extremo de la vida, la eutanasia propone ser la solución final para los viejos,
los mutilados, los incurables y las cargas pesadas. Las sociedades poderosas movidas por intereses económicos y geopolíticos (como en Irak, Libia y Siria) buscan la eliminación de "sus malas hierbas" sin remordimientos, porque sus vidas no valen nada. las miradas condenatorias están puestas en los delincuentes, los desviados, los Palestinos, los pobres, los enfermos y los "inferiores". Nunca en las situaciones que causan las injusticias. Estamos en el tiempo donde la maleza de cuello blanco se cree trigo y quieren matar a las verdaderas semillas. Ellos roban y nunca son condenados, ellos matan y nunca son separados, pero Dios ve todas las cosas como son y hará justicia.

Eliminar la "suciedad inferior" no se limita a la burocracia sin rostro. Todos estamos tentados a intentarlo. Somos perspicaces en detectar a los indeseables, a los alborotadores, a los inadaptados. 

Estremece pensar en la gente que podría haber sido eliminada si Dios no hubiera elegido intervenir, tal vez la mayoría de los santos en el calendario. Pedro, luego de su triple negación en la crisis de la crucifixión debió haber sido eliminado por no haber superado la prueba de liderazgo. ¿No es extraño que Cristo nunca haya eliminado a Judas? La iglesia no siempre mostraba la tolerancia de su amo. Las excomuniones y los anatemas pueden estar fuera de moda, pero los viejos hábitos mueren con dificultad y aunque débiles siguen vivos.

La parábola de las malas hierbas es muy sencilla y sin embargo también muy ignorada. A la pregunta "¿Quieres que vayamos y la quitamos?" La respuesta de Jesús es categórica "No." Y la razón es evidente por sí misma. Sólo Dios tiene los ojos lo suficientemente inteligentes y los dedos lo suficientemente suaves para este trabajo. Eliminar es la prerrogativa de Dios. La vida sería mucho mejor para todos, si sólo nos lo dejaríamos.

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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano
Domingo 16to. TOA


Primera Lectura:Sab 12, 13, 16-19
No hay más Dios que tú, Señor, que cuidas de todas las cosas.
No hay nadie a quien tengas que rendirle cuentas
de la justicia de tus sentencias.
Tu poder es el fundamento de tu justicia,
y por ser el Señor de todos,
eres misericordioso con todos.

Tú muestras tu fuerza
a los que dudan de tu poder soberano
y castigas a quienes, conociéndolo, te desafían.
Siendo tú el dueño de la fuerza,
juzgas con misericordia y nos gobiernas con delicadeza,
porque tienes el poder y lo usas cuando quieres.

Con todo esto has enseñado a tu pueblo que el justo debe ser humano,
y has llenado a tus hijos de una dulce esperanza,
ya que al pecador le das tiempo para que se arrepienta.

Salmo Responsorial: Salmo 85, 5-6. 9-10. 15-16 / R. Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Puesto que eres, Señor, bueno y clemente
y todo amor con quien tu nombre invoca,
escucha mi oración
y a mi súplica da repuesta pronta.
R. Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Señor, todos los pueblos
vendrán para adorarte y darte gloria,
pues sólo tú eres Dios,
y tus obras, Señor, son portentosas.
R. Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Dios entrañablemente compasivo,
todo amor y lealtad, lenta a la cólera,
ten compasión de mí,
pues clamo a ti, Señor, a toda hora.
R. Tú, Señor, eres bueno y clemente.

Segunda Lectura: Rom 8, 26-27
Hermanos: El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce profundamente los corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen.

Aclamacion antes del Evangelio: Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
R. Aleluya.

Evangelio: Mt 13, 24-43
En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la muchedumbre: "El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.

Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: 'Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?' El amo les respondió: 'De seguro lo hizo un enemigo mío'. Ellos le dijeron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?' Pero él les contestó: 'No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla, y luego almacenen el trigo en mi granero' ".

Luego les propuso esta otra parábola: "El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en un huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas".

Les dijo también otra parábola: "El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar".

Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.

Luego despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo".

Jesús les contestó: "El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son los partidarios del maligno, el enemigo que la siembra es el diablo, el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga''.

O bien: Mt 13, 24-30

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: 
"El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. 
Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.

Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: 'Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?' 
El amo les respondió: 'De seguro lo hizo un enemigo mío'. 
Ellos le dijeron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?' 
Pero él les contestó: 'No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero' ".

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ORACIÓN
Señor nuestro, mira con bondad a tus servidores
y multiplica en nosotros los dones de tu gracia,
para que, fervorosos en la fe, la esperanza y la caridad,
perseveremos con asidua vigilancia
en el cumplimiento de tus mandamientos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

domingo, 16 de julio de 2017

TOA - Domingo 15 - Una Palabra Poderosa - Mt 13, 1-23

A veces recordamos cosas que nuestros padres dijeron, mucho después de que se fueron. Sus palabras y sus perspectivas no están muertas mientras vivamos y las recordemos. Las palabras meramente habladas pueden tener una vida extraordinaria. 

En la lectura de hoy, Isaías dice: "Así es con la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin cumplirse, o antes de haber realizado mi buen placer y haber logrado lo que fue enviado a hacer." Quien no quiere escuchar la palabra de Dios ejercita una sordera ya sea inadvertida o deliberada. 

El Evangelio de hoy nos insta a escuchar, a dejar que la Palabra caiga en un buen suelo, para que produzca una rica cosecha en nuestras vidas.

Aunque nuestras Iglesias son lugares buenos para escuchar la Palabra viva que da vida, el suelo más fecundo está en el hogar. La casa es un buen lugar para crecer.

Si hacemos espacio para Dios en el hogar, si los padres oran con sus hijos desde una edad temprana, si los padres se tratan bien, si las relaciones dentro del hogar son sanas, si acuden juntos al encuentro de Cristo en la Eucaristía, entonces hay una buena probabilidad de que la buena semilla se arraigue y crezca en los corazones y las mentes de los niños.

Podemos olvidar fácilmente lo que se dijo en la iglesia o en la escuela pero más que seguro es que nunca olvidaremos lo que vivimos en el hogar. Son esas cosas simples, las que huelen a hogar, esas cosas ordinarias que experimentamos en el diario vivir las que impactan en la mayoría de nosotros. El esfuerzo diario, la fatiga cotidiana, los esfuerzos repetidos que un padre o una madre hacen por separado o juntos pensando en nosotros y recordándonos que Dios vive y sostiene nuestra vida. Son esas cosas que parecen sin importancia las que muchas veces dejan huellas profundas. 

Desgraciadamente, muchas veces es sólo cuando alguien muere que la gente comienza a mirar hacia atrás y ve que los sacrificios diarios y cotidianos tenían un tono heroico y dicen: "era una gran mujer" o "era un gran hombre".

Si recibimos la palabra de Dios en nuestra comunidad de fe y de adoración y las practicamos en casa cada día de nuestras vidas y tratamos de vivirla, vamos a ser semilla fecunda para las generaciones aún por venir. 

No sólo los padres o las personas mayores buscan recibir la palabra de Dios y vivirla, la llamada de Dios viene a nosotros en su dimensión más personal y urgente cuando somos jóvenes. Es entonces cuando la mayoría de nosotros nos sentimos llamados a nuestras vocaciones particulares. La palabra de Dios tiene suelo fresco, fértil y un gran futuro cuando cae en un corazón joven. Así que si eres joven, sé generoso con Dios. ¡Escúchalo! Sé sincero y justo y trata de vivir bien y en paz con todos. Sé fiel a tu Eucaristía dominical y dale vida continuada a lo largo de la semana, entonces el gran mandamiento del amor será fruto bendito en tu vida, y la cosecha de Dios será rica y abundante en ti.

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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano
XV Domingo Ordinario

Primera lectura: Is 55, 10-11
Esto dice el Señor:
"Como bajan del cielo la lluvia y la nieve
y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer,
así será la palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí sin resultado,
sino que hará mi voluntad
y cumplirá su misión".

Salmo Responsorial: Salmo 64, 10abcd. 10e-11. 12-13. 14
R. (Lc 8, 8) Señor, danos siempre de tu agua.
Señor, tú cuidas de la tierra, la riegas y la colmas de riqueza.
Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias.
R. Señor, danos siempre de tu agua.
Tú preparas las tierras para el trigo: riegas los surcos, aplanas los terrones,
reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos.
R. Señor, danos siempre de tu agua.
Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia,
están verdes los pastos del desierto, las colinas con flores adornadas.
R. Señor, danos siempre de tu agua.
Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan.
Todo aclama al Señor. Todo le canta.
R. Señor, danos siempre de tu agua.

Segunda lectura: Rom 8, 18-23
Hermanos:
Considero que los sufrimientos de esta vida no se pueden comparar con la gloria que un día se manifestará en nosotros; porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios.

La creación está ahora sometida al desorden, no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió. Pero dándole al mismo tiempo esta esperanza: que también ella misma, va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo;
todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre.
R. Aleluya.

Evangelio: Mt 13, 1-23
Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:

"Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga."

Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?" Él les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.

En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.

Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.

Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador.

A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.

Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.

Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto.

En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta''.

O bien: Mt 13, 1-9
Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:

"Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga".

martes, 4 de julio de 2017

TOA - Domingo 14 - Un proyecto de Paz y Humildad - Mt 11, 25-30


Zac 9,9-10: Mira a tu rey que viene a ti modesto
Salmo responsorial 33: Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey
Rom 8,9.11-13: Si con el Espíritu dan muerte a las obras del cuerpo, vivirán
Mt 11,25-30: Soy manso y humilde de corazón
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Primera Lectura: 
Zacarías 9,9-10: 
Mira a tu rey que viene a ti modesto
Así dice el Señor: "Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; 
mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; 
modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. 

Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, 
romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; 
dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra."


Salmo Responsorial: 144 
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.
R:/ Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.
R:/ Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.
R:/ Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.
R:/ Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Segunda Lectura: Romanos 8,9.11-13: Si con el Espíritu das muerte a las obras del cuerpo, vivirás
Hermanos: Ustedes no están sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes. 
El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. 
Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, 
el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también sus cuerpos mortales, 
por el mismo Espíritu que habita en ustedes. 
Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. 
Pues si vives según la carne, vas a la muerte; 
pero si con el Espíritu das muerte a las obras del cuerpo, vivirás.

Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
R. Aleluya.

Evangelio: Mateo 11, 25-30: Soy manso y humilde de corazón
En aquel tiempo, exclamó Jesús: 
"Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, 
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos 
y se las has revelado a la gente sencilla. 
Sí, Padre, así te ha parecido mejor. 
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, 
y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 

Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. 
Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, 
y encontrarán su descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."
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Reflexionemos:
La ambición de grupos minoritarios y poderosos impuso una teocracia centralista, prepotente y uniformadora. Ellos vendieron la idea que necesitaban un líder militarista, un sacerdote excelso o un gobernante autoritario. El poder lo tenían unas pocas familias que controlaban el Templo, el gobierno y la tierra.  Los pobres de Yahvé nunca pudieron dar vida a su proyecto nuevo por carencias económicas, apertura política y libertad religiosa. Negaban al pueblo de Dios la posibilidad de intentar una utopía universalista, solidaria y transformadora. Para muchos Judío del Tiempo de Jesús y para muchos de nosotros el éxito se mide por las cosas que poseemos, por lo material.

Los fanáticos en tiempo de Jesús querían un mesías triunfante, nacionalista; y las profecías de Zacarías eran incómodas pues presenta al fiel de Yahvé de las comunidades que, después del exilio babilónico, tratando de reconstruir la nueva identidad nacional: universal, pluralistas y comunitaria, 
sin militares triunfalistas ni equilibristas administrativos como Salomón. 

Los profetas y los pobres de Yahvé que querían algo diferente, definitivo y distinto a los modelos fracasados de los reyes de Israel y Juda, buscaban una persona capaz de encaminar la nación por los rumbos añorados de la justicia, la paz y la solidaridad. El profeta Zacarías recoge esta propuesta y la anuncia al pueblo de Dios como una gran utopía. Esa es la misma utopía que muchos cristianos de hoy queremos construir y alcanzar en nuestras comunidades y naciones. El nuevo gobernante de la utopía debía ser humilde, justo y pacífico. Humilde con capacidad para andar en la verdad, pero no conformista ni sumiso. Justo porque en su organización social se dé a cada persona lo que necesita y no lo que ambiciona. Pacífico porque busca solucionar los conflictos inevitables presentes en toda organización humana.

Mateo nos presenta en Jesús, esas tres cualidades del definitivo líder y su nueva forma de ejercer el poder. Tiene las características mesiánicas de la profecía de Zacarías: es pacífico y humilde, apasionado por hacer realidad la Utopía de Dios. No lo identifica con los ideales Mesiánicos de su época. No es militar aguerrido e irresistible que eliminará las pretensiones romanas, no es el sacerdote excelso con extraordinarias dotes santificadoras para transformar el Santuario de Jerusalén, no es el gobernante extraordinario que congregará los Israelitas disperso por el mundo.

Jesús no comparte estos proyectos ni las extravagantes aspiraciones de los nacionalistas furiosos que culpaban al imperio romano de todos sus males pero que eran incapaces de descubrir en su interior la violencia incontenible. Jesús empatiza más con las grandes tradiciones proféticas que ven al pueblo de Dios capaz de organizarse como modelo alternativo de sociedad: con valores urgentes como el pacifismo y la humildad.

El pacifista asume actitudes dinámicas de transformación social, no se rinde ante la imparable lógica de la violencia. El humilde reconoce sus propios límites y aun así, quiere cambiar la historia. Humildad y pacifismo hacen posible que el proyecto grandioso e imponente del reino de Dios esté al alcance de los pobres y excluidos. Jesús, sabe que no basta el rey o líder de excepcionales atributos para cambiar la situación. Él sabe que es necesaria una comunidad de hermanos y hermanas dispuesta a vivir la alternativa, a mostrar al mundo que “otras formas de organización son posibles”, que la lógica de la violencia puede ser controlada.

El proyecto de Jesús parece una carga pesada y el ideal de la cruz una ideología insufrible. 
Jesús insiste en la necesidad de asumir el ‘suave yugo’ de la vida comunitaria y la ‘ligera carga’ de las opciones evangélicas. 

No se puede apreciar la dinámica de la comunidad desde ‘afuera’, con los valores sociales vigentes. 
Debemos madurar la fe y crecer como personas antes de meternos en su proyecto, debemos prepararnos y cambiar. Nadie puede asumir el pacifismo si cree que la ‘ley del revólver’ es un destino inevitable. No puede ser mansa una persona que cree que el control de los demás, las ambiciones de ascenso social y el arribismo son las herramientas para ‘progresar’ en la vida.

Jesús busca una comunidad con lazos de solidaridad, afecto y respeto, es decir, una gran familia consagrada a realizar el Reino donde los sencillos, los pequeños, tengan un lugar de importancia y sean gestores de un nuevo modo de organizar las relaciones interhumanas. Como dice Pablo, sólo el ser humano espiritual, el que se ha abierto a la acción del Espíritu de Dios, es capaz de vivir la vida en plenitud, en gozosa aceptación y armonía con la humanidad.


Oremos:
Te bendecimos, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido grandes cosas
a los ‘sabios y prudentes’, y se las has revelado a los sencillos.

Te pedimos que nos des un corazón de pobre, un amor a la Causa de los pobres,
y el desprendimiento necesario para desprendernos de los intereses egoístas,
para que siempre sepamos captar el sentido de “estas cosas” que revelas a los sencillos.

domingo, 2 de julio de 2017

TOA - Domingo 13 - En el Peregrino, acojemos a los Santos de Dios - Mt 10, 37-42

Es una cosa maravillosa encontrarse con un hombre o una mujer de Dios. Hay en esas personas una paz de tal plenitud que nos comunica a Dios, aunque ellas mismas no sean conscientes de eso. Al igual que la gente de la época bíblica, nosotros buscamos a alguien que "nos dé una palabra", una palabra que despierte la fe y esperanza que necesitamos, una palabra que puede encender en nuestros corazones las brasas de un fuego de amor que está más allá de nosotros mismos.

Acoger es una actividad santa, ejemplificada en la Biblia desde Abraham en Mambre hasta María, Marta y Lázaro en Betania. Recibiendo al peregrino recibimos a Dios.

Acoger a las personas que viven los valores evangélicos y los comparten en libertad, más a través de su ser y de sus acciones que de sus palabras, es acoger a Cristo y su Padre. En el Evangelio de su Padre, Jesús dice siempre que su Padre, a través de Él, viene a permanecer en los corazones de los que "guardan sus palabras".

Por eso mismo, la tradición Católica le da al Espíritu Santo el título hermoso llama de "Dulce huésped del alma", viene en nomre del Padre y del Hijo  usado si el Espíritu Santo si la tradición.

Conocer a alguien bueno también puede ser también amenazante porque nos confronta con la necesidad de un cambio en nuestra propia vida. Esto no significa sólo la lucha por librarnos del mal moral, sino también de las cosas que son en sí mismas buenas y valiosas para dar paso a la novedad, al cambio a veces inesperado.

Cuando nos encontramos cara a cara con Jesús el Camino, la Verdad y la Vida, y lo abrazamos alegres, la elección es aún más radical. Las cosas más valiosas en la vida como la familia e incluso la búsqueda de nuestra propia auto-realización pasan al segundo lugar y nos lanzamos al seguimiento de Jesús aunque inevitablemente implique la cruz de la entrega y el cambio.

Cuando elegimos a Cristo en el bautismo, elegimos ser inmersos en su muerte. Nos sepultados con él, nos injertamos en su muerte y y todo lo "viejo" es crucificado con él. Las imágenes usadas por Pablo en Romanos 6, 3-11 nos muestran sin duda la radicalidad de lo que significa acoger en nuestras vidas a Jesús y a su palabra. 

Así como la mujer de Shunem es recompensada con una nueva vida por recibir al "hombre de Dios", así también, la recompensa de recibir a Jesús es infinitamente mayor. ¡De repente esperamos que Cristo venga a nuestras puertas en traje clerical, con elegancia o poder, pero lo hará de distinta manera y casi siempre en el momento menos esperado! 

Seguro que vendrá escondido en el extraño, el paria de la sociedad, el vecino, el niño que necesita atención, el enfermo, la mujer que sufre sin salida. Si los acogemos, acogemos al Cristo y nos convertimos en las moradas de Dios mismo, nos convertimos en una "nueva creación" a imagen del Hijo.

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LECTURAS BÍBLICAS EN LENGUAJE LATINOAMERICANO - XIII Domingo Ordinario

Primera lectura: 2 Reyes 4, 8-11. 14-16a
Un día pasaba Eliseo por la ciudad de Sunem y una mujer distinguida lo invitó con insistencia a comer en su casa. Desde entonces, siempre que Eliseo pasaba por ahí, iba a comer a su casa. En una ocasión, ella le dijo a su marido: "Yo sé que este hombre,
que con tanta frecuencia nos visita, es un hombre de Dios. Vamos a construirle en los altos una pequeña habitación. Le pondremos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que se quede allí, cuando venga a visitarnos".

Así se hizo y cuando Eliseo regresó a Sunem, subió a la habitación y se recostó en la cama. Entonces le dijo a su criado: "¿Qué podemos hacer por esta mujer?"
El criado le dijo: "Mira, no tiene hijos y su marido ya es un anciano".

Entonces dijo Eliseo: "Llámala". El criado la llamó y ella, al llegar, se detuvo en la puerta. Eliseo le dijo: "El año que viene, por estas mismas fechas, tendrás un hijo en tus brazos".

Salmo Responsorial: Salmo 88, 2-3. 16-17. 18-19
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor, y daré a conocer que su fidelidad es eterna,
pues el Señor ha dicho: "Mi amor es para siempre, eterno, y mi lealtad, más firme que los cielos".
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Señor, feliz el pueblo que te alaba y que a tu luz camina,
que en tu nombre se alegra a todas horas y al que llena de orgullo tu justicia.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Feliz, porque eres tú su honor y fuerza y exalta tu favor nuestro poder.
Feliz, porque el Señor es nuestro escudo y el santo de Israel es nuestro rey.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Segunda lectura: Rom 6, 3-4. 8-11
Hermanos: Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte. En efecto, por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.

Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya nunca morirá. La muerte ya no tiene dominio sobre él, porque al morir, murió al pecado de una vez para siempre; y al resucitar, vive ahora para Dios. Lo mismo ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Aclamación antes del Evangelio: 1 Pedro 2, 9
R. Aleluya, aleluya.
Ustedes son linaje escogido, sacerdocio real, nación consagrada a Dios,
para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
R. Aleluya.

Evangelio: Mt 10, 37-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que salve su vida la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.
Quien los recibe a ustedes me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.

El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.

Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa".