sábado, 19 de agosto de 2017

TOA - Domingo 20 - Jesús, el Dios Universal - Mt 15, 21-28

No somos un palomar ordenado: Entre los creyentes hay la tentación de pensar que la gracia de Dios se reparte de una manera igual, ordenada, límpia y que es algo reservado sólo para los elegidos que temen a Dios, sólo para el Pueblo de Dios.

Muchos de nuestros antepasados ​​judíos y hoy nosotros, adoptamos esta visión, sin encarnar el mensaje universalista de Isaías: Dios quiere una casa de oración abierta a todas las naciones.

Los cristianos necesitan recordarlo también: Dios quiere que todos los seres humanos sean salvos; Él es rico en misericordia y su generosidad no tiene medida, abre sus puertas y nos acoge a todos.

En la casa del Padre hay muchas habitaciones, aún para "los otros", los que no son de los nuestros.

Bendiciones hasta de la pérdida y el fracaso: Nuestro Padre celestial atrae a la gente hacia Él en formas extrañas e impredecibles. A veces, la desgracia de un miembro de familia puede servir para unir a los demás en una nueva lealtad protectora. A veces, en los negocios, el fracaso de una idea puede dirigir la energía hacia una línea nueva y más productiva. El rechazo a la prédica y el estilo de vida de Nuestro Salvador por parte de los judíos puede parecer un fracaso, pero eso permitió su aceptación en todo el mundo no judío más rápidamente.

Hasta de los errores y de los pecados de la humanidad puede salir algo bueno, en una sección profunda y difícil de su carta a los romanos, Pablo dice: "...Ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han alcanzado su misericordia". La rebeldía no nos excluyen de Cristo, sólo nos muestran cuánto lo necesitamos, "Dios buscar para salvar lo que se perdió".

Migajas solidarias: Pareciera que Jesús no se preocupaba de las personas de otras naciones, como esa mujer extranjera que con fuerte voz, rogaba por su ayuda. Ante el rechazo inicial, ella no se dio por vencida. Jesús encontró de ella la respuesta que buscaba: "...También los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos".

La petición de la mujer fue atendida y su fe elogiada. Jesús usa un dicho muy popular en Israel para indicar que su misión primera era la conversión de su propio pueblo, ese era su camino histórico. Debía reavivar al pueblo elegido, para que éstos a su vez, hagan una "casa de oración para todas las naciones".

Lo cierto es que durante su vida Jesús siempre estuvo listo para recibir a los paganos que vinieran a él. Hasta predijo que en el futuro "muchos vendrán de Oriente y Occidente, y se sentarán a la mesa del Reino de Dios". Por eso, después de la Resurrección, Jesús envía a sus discípulos en su misión universal, los envía a abrir las puerta cerradas por el miedo, el desamor y el egoísmo. (Mateo 28:18)

Expandir el círculo: Así es como la fe cristiana debe propagarse, como los círculos ondulantes que se expanden en la superficie cuando una piedra cae en un estanque quieto. Primero a los judíos, luego a los gentiles. Siempre transmitidos por el contacto directo, el compartir la confianza, el testimonio de la convicción pacífica, ayudando al otro a llevar sus cargas. Vivir los valores Evangélicos no nos asegura que nuestro camino de fe será suave. Habrá reveses y obstáculos, objeciones de personas más inteligentes que nosotros, caminaremos contra vientos hostiles y contrario a la opinión del cristiano e incluso a toda creencia religiosa. En tales circunstancias, la mujer cananea nos ofrece inspiración, con su resolución de hierro junto con el buen humor y el ingenio listo para responder al maestro, a los que no esperan que la generosidad de Dios sea una realidad cada día, en cada momento y con toda persona.

Oración
Dios nuestro,
que has preparado bienes invisibles para los que te aman,
infunde en nuestros corazones la ternura de tu amor
para que, amándote en todas y sobre todas las cosas,
alcancemos tus promesas que superan todo deseo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Domingo 20 TOA

Primera lectura: Is 56, 1. 6-7
Esto dice el Señor: "Velen por los derechos de los demás,
practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar
y mi justicia a punto de manifestarse.

A los extranjeros que se han adherido al Señor
para servirlo, amarlo y darle culto,
a los que guardan el sábado sin profanarlo
y se mantienen fieles a mi alianza,
los conduciré a mi monte santo
y los llenaré de alegría en mi casa de oración.

Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en mi altar,
porque mi templo será la casa de oración
para todos los pueblos''.


Salmo Responsorial: Salmo 66, 2-3. 5. 6 y 8: R. Que te alaben. Señor, todos los pueblos.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros.
Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
R. Que te alaben. Señor, todos los pueblos.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia;
con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
R. Que te alaben. Señor, todos los pueblos.
Que te alaben. Señor, todos los pueblos que los pueblos te aclamen todos juntos.
Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.
R. Que te alaben. Señor, todos los pueblos.

Segunda lectura: Rom 11, 13-15. 29-32
Hermanos: Tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos, y trato de desempeñar lo mejor posible este ministerio.
Pero esto lo hago también para ver si provoco los celos de los de mi raza y logro salvar a algunos de ellos.
Pues, si su rechazo ha sido reconciliación para el mundo, ¿qué no será su reintegración, sino resurrección de entre los muertos?
Porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección.

Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han alcanzado su misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán.
En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia.

Aclamación antes del Evangelio: Mt 4, 23
R. Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba el Evangelio del Reino
y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo.
R. Aleluya.

Evangelio: Mt 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón.

Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar:
"Señor, hijo de David, ten compasión de mí.
Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio".

Jesús no le contestó una sola palabra;
pero los discípulos se acercaron y le rogaban:
"Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros".

Él les contestó:
"Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel".
Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo:
"¡Señor, ayúdame!"
Él le respondió:
"No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos".
Pero ella replicó:
"Es cierto, Señor;
pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos".

Entonces Jesús le respondió:
"Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas".
Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.

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